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26 Ahora pues, oh Dios de Israel, que sea firme tu palabra que dijiste a tu esclavo David mi padre.

27 ¿Es verdad que Dios haya de morar sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta Casa que yo he edificado?

28 Con todo, tú atenderás a la oración de tu esclavo, y a su plegaria, oh SEÑOR Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu esclavo hace hoy delante de ti;

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